La salida de Máncora fue un ejemplo más de lo curioso que es el destino. Después de pasarnos medio día buscando billetes para Guayaquil (Ecuador) con pésimos resultados, tomando un café en un vegetariano de la panamericana, recuerdo por una mirada que echo de reojo, que habíamos hablado con una señora en otra agencia allí cerquita.
Cuando ya tenía medio rellenos los billetes para Guayaquil, Rubén me para. Mirando en un mapa ve que allí no hay símbolo de playa. Preguntamos a la mujer de la agencia y nos dice que la playa está a 3 horas de Guayaquil. Esto supone que las 8 horas de viaje, más coge un bus a la playa, más 3 horas a la playa, se nos va un poco de las manos teniendo en cuenta que se repetirá a la vuelta y tenemos sólo 2 días más de playa.
Finalmente nos fuimos en una combi hasta Tumbes, hay que seguir hacia el norte. Ahora queremos ir a Machala, que está a un par de horas de la frontera con Perú y donde hay una islita de manglares con playas. Esta combi parecía como los coches esos de los raperos yanquis que bailan con la suspensión. Vaya rotura de recto, mae mía, y con los mochilones en las rodillas 2 horas.
Nada más llegar a Tumbes nos dicen que sale ya un autobús para Huaquillas, pueblo que tiene parte en Perú y parte en Ecuador. Lo cogimos por segundos, de hecho era el último que había hecho el trayecto inverso, y ahora volvía a cocheras. Nos paró un segundo en la frontera de Perú para sellar la salida en inmigración y nos recogió de nuevo para llevarnos a la terminal. Ahí estaba ya el bus que salía para Machala, también el último, pero este bus no para en inmigración de Ecuador, y si no lo haces entras de ilegal y a ver como sales ahora machote…
Total, taxi volando a inmigración y le decimos al conductor del bus que por favor nos recoja allí cuando pase, porque no te espera a hacer trámites, pero si estás allí sí te recoge. Lo conseguimos. Siguiendo con la terminología escatológica, parece que nuestra flor en el culo ya es casi un enorme fruto.
Marta y Rubén se sientan juntos y yo sólo, como hemos hecho en todos los viajes hasta el momento, para compensar mi habilidad para dormir en condiciones extremas. Pero en este viaje mi compañero me dió palique hasta el final. Resulta que Giovanni es peluquero en Machala, el más famoso por lo visto. Es peruano aunque ha tenido que negar su nacionalidad en diversas ocasiones debido al racismo que en Ecuador hay hacia los peruanos, y más si son homosexuales y con cierta pluma. Me contó toda su vida, su dura infancia, la pérdida de sus padres de joven, el atentado terrorista que reventó toda su fachada en Lima, sus triunfos y fracasos en el amor… muy buena gente. Todo esto lo aliñaba con alarmas sobre peligros, para variar. Al bajar en Machala nos ofreció a los tres ir a dormir a su casa y aceptamos.
Dejamos las cosas y fuimos a cenar una pizza enfrente de su casa. Ahí siguió contándonos sobre su vida y lo que ha luchado para llegar a tener el trabajo que ahora tiene, mientras rezabamos para que no llegara la segunda pizza de 2 metros cuadrados. Nos señala una cicatriz en el cuello, y nos dice que la semana pasada intentaron matarle con una botella rota en la puerta de una discoteca. Nos sigue metiendo miedo con la maldita ciudad y cada vez que pasa alguien, él vigila atentamente. Mi cloaca: bien arrejuntaita. Creo que fue una de las pizzas más ricas y menos disfrutadas de la historia. Insistió en que diesemos una vuelta en taxi por la ciudad, que es como el pasea, lo contrata por horas y ya tiene su taxista de confianza. La vuelta en taxi no me relaja en exceso la verdad, para una vez que nos bajamos del taxi en un mini parque híper iluminado se acerca un tío de seguridad ciudadana y nos dice: ¿qué hacéis aquí? Esto es peligroso… Joder con Machala.
En estas circunstancias te preguntas quién coño a escrito la Lonely Planet. Vale, sabemos que no todos es cierto, de hecho tampoco nos guiábamos demasiado con ella, pero para saber si una ciudad es peligrosa, hay volcanes activos o ha desaparecido bajo el mar, debería servir.
Si no se hubieran dado toda la serie de coincidencias que hicieron que cogiéramos todos esos transportes en último momento y que yo me sentara en el último autobús con Giovanni ¿Qué hubiese sido de nosotros?
Tranquila mama, teníamos fichados varios hospedajes, tenía que dramatizarlo un poquito...
Momento curioso en casa de Giovanni. Tiene sofás. Cuando entramos a la casa los tres nos sentamos casi cayéndonos y mirándonos nos decimos:¿hace cuanto que no probabas un sofá? Cómo se agradece…
A la mañana siguiente el mencionado peluquero nos acompaña en taxi hasta el puerto donde cogemos la barcaza que nos llevaría hasta la isla de Jambelí. El trayecto no es más de 40 minutos, pero lo disfruto bastante al ser un paseo entre manglares, y además en dirección opuesta a Machala.
Al llegar hacemos un reconocimiento del lugar, y resulta bastante sencillo. Un puñado de casas en la parte donde hay playa (único lugar transitable a pie de la isla), y nos decidimos por un hostal “ecológico”. Ya nos reíamos antes de entrar con todo el tema este de llamarle ecológico a todo para venderlo, pero más cuando veíamos como la tubería de desagüe iba a parar al manglar sin ningún tipo de disimulo. La verdad es que las casitas eran muy chulas.
No habíamos hecho más que cambiarnos para ir a la playita cuando alguien desde una casa del caminito nos advierte: ¿sabéis quién es el loco de la isla? La respuesta sobra. Se trataba de “el Pantera” y su inseparable compañero “el Chino”. Menudos personajes, muy buena gente, de buen corazón, pero unos personajes…Aquí estamos una noche con ellos y un costra que después os menciono.
Resulta que llevaban ya 2 días en la isla, donde el Pantera tenía esa casita familiar, a base de cerveza y camarones, en ingentes cantidades ambos. Y así seguirían hasta que nos despidiéramos de ellos dos días después. Todas las mañanas llenaban un señor frigorífico de cervezas hasta arriba, y compraban muchiiiisimos camarones. Pero allí no se derrochaba nada, de las cervezas ya se encargaban ellos y la banda de costras desdentaos que rondaban al bueno del Pantera. Y de los camarones que sobraban, se encargaba la mano izquierda del Pantera. La derecha era el Chino, y la izquierda un Pit Bull que lucía un vistoso collar de perlas verdes, de plástico por supuesto.
Todo esto se debía a que el 31 el Pantera se casaba, o eso decía. Lo curioso es que tenía un poster enorme en la cabaña de una de sus futuras hijastras, y se la mostraba a todo el mundo para que exaltáramos con él lo buena que estaba, y para que decepcionarle si yo tampoco acostumbro a mentir.
Como allí la pareja hacían todo a lo grande, una tarde se sacaron los macro altavoces y el portátil a la playa, y como no había nadie, estuvimos poniendo musiquita al gusto. Como auténticos reyes.
Una mañana nos dimos un paseo por los manglares en lancha, y fue una experiencia interesante cuanto menos. Nada más arrancar ya estabamos viendo media docenas de iguanas en un mangle (árboles de los manglares)
Había una increíble cantidad de aves, y bonitos ejemplares. Me acordé bastante de mi prima Mariu.
Cuando te bañas en la playa, los pelicanos se lanzan empicados a pocos metros en busca de su pescaito de merienda
Y esta foto me recuerda la escena de "El libro de la Selva", pelicula que mi hermano Manuel me hizo ver tres veces al día durante un par de años, en la que los cuervos se preguntan: ¿Y qué hacemos ahora oxigenao?
Ya es hora volver, nos quedamos sin gasolina. Así funcionan aquí las cosas.
Y así pasaron los días en Jambelí, disfrutando de unos geniales días de naturaleza y playa, sin llegar a emborracharnos en exceso, pero con un tintineo cervecil constante.
Ahora tocaba el retorno a Lima, para después ir a pasar la noche vieja a Tingo María con Mar y Franco. Este viaje fue mucho más sencillo y tranquilo. Madrugón y prontito en la mañana ya estabamos cruzando de vuelta a Perú.
Y en Tumbes, un bus con mega asientos-cama de 20 horas y ya está.
En Lima, unas compras al mercado central para la cena de Noche Vieja...
Y un paseito por el centro en busca de una supuesta casa del fumador que luego resulto no existir (sólo queda la de Miraflores).
Como decía, en Tingo pasamos la noche vieja. En esta segunda semana allí nos alojamos en casa de Mar y Franco. Para la señalada cena hicimos bastantes entrantes y de plato fuerte un chancho (cerdo) al horno. Mu rico mami.
Después fuimos a una fiesta-verbena en una terraza con banda. Son graciosos los bailes en Perú, porque cuando acaba una canción, la gente corre a sentarse, y sólo cuando a la siguiente alguien le ofrece bailar, se anima. Nadie baila sólo. Y ahí estábamos Rubén, Marta, 3 francesas y yo (puro gringos), solos en mitad de la pista, cual gacela herida rodeada por las hienas. Esta sensación merece una especial mención. ¿Sabes lo que es ir por una ciudad y que absolutamente todo el mundo te mire? ¿Que te gires hacia atrás y todo el mundo te siga mirando? ¿Ver a los niños pequeños señalarte y escuchar a sus padres: si hijo, es un gringo? Digamos que poco cómodo en ocasiones.
Aunque sea anacrónico, aprovecho para mostraros algunas de esas miradas.
Aquí le estaría diciendo el uno al otro: ¿Sabes quién ha venido? ¡¡Gringo estar!! Y al abuelito le falla la vejiga y se acuerda de los anuncios de Concha Velasco...
Pero lo más duro es cuando incluso los animales se suman a la causa!!
Regresando a Tingo, en año nuevo un bañito en la piscina-pilón de enfrente de casa y poco más. Descanso y meditación. A generar propósitos a incumplir.
Al día siguiente fuimos a ver la cueva de las lechuzas. Una impresionante cueva en un entorno full selva.
Un tipo con el que estuvimos charlando largo y tendido unos días antes en un garito cercano a los baños de la cueva de las pavas, nos dijo que él propuso montar una discoteca allí. No al principio, si no en el segundo nivel, nos decía. Menuda ideaca: una cueva llena de pájaros y murciélagos, con una capa enorme de guano en el suelo, donde a los 10 metros no se ve una mierda, o más bien sólo mierda, y donde Wali perdió la boina en mitad de la selva, para montar una disco donde la gente vaya bien arregladita a bailar. Todo un visionario.
Perdonarme la calidad de esta foto, pero os tengo que presentar a las que bautizamos como hormigas contador. ¿Por qué? Porque si te pican 3 veces dicen que te mueres. Os puedo asegurar que miden como medio dedo.
Y a deleitarnos por los ojitos de acá para allá.
Y a seguir bañándonos en pequeños paraísos
Estuvimos también un día en la radio colaborando con un amigo (colega en peruano, amigo se dice "pata"), el cual nos propuso hacer un programilla de una hora para dar a conocer algunos temas que le habíamos enseñado y le habían gustado. Empezamos con Camarón, seguimos con Antonio Flores (el afirmaba que “no puedo enamorarme de ti” iba a ser el hit del verano en Tingo), pasamos por Kiko Veneno, y terminamos con Delincuentes y Brutus Daughters, el grupo de Punk-Folk en el que Rubén tocaba la gaita.
Ah, lo olvidaba, a Tingo le llaman "la ciudad de la bella durmiente" ya que las montañas que lo escoltan insinúan tal forma.
Se puede intuir tumbada hacia arriba con la cabeza en la parte izquierda de la foto.
Nos despedimos de la ciudad para dirigimos a Huánuco, capital del departamento. Esta ciudad fue la primera andina en la que estuvimos. La ciudad como casi todas, plaza de armas, bla, bla, nada especial. Pero como casi siempre el entorno lo suple, y con creces.
Aquí vimos unos desfiles que hacían por reyes, en los que celebraban la liberación de la esclavitud, y los esclavos en América eran negros, estos no tenían alma y los indios sí. Es curioso como una comunidad celebra la libertad de otra que no es la suya. Tomo nota.
Como anecdotilla recurrente que también nos pasó en Huánuco, contar que en Perú muy poca gente fuma y mucha menos tabaco de liar. Pues estando en un parque se nos acercan dos del serenazgo. Nos dicen que si no sabemos que en Perú no está permitido fumar eso, creyendo obviamente que es hierba. Le enseñamos el paquete y les explicamos que es tabaco. Ponen cara de poker durante varios segundos, y para salir del apuro de su confusión, concluyen que es que no se puede fumar sobre el césped. Casi rompemos a llorar en su cara, pero por eso de la autoridad nos aguantamos las risas y miramos hacia abajo. Tuvimos que levantarnos a un banco para poder fumar, te cagas.
Al día siguiente visitamos unas ruinas preincaicas curiosas.
Y aquí viví una de esas sensaciones en las que te da ganas de cortar al guía y decirle: has flipao amigo. Nos mostraba un pretil en forma de circunferencia, en el cual, si te colocabas en el centro notabas una especie de eco interior al hablar.
Todo esto según él era debido a la confluencia de unas fuerzas mágico-magnéticas que afloraban en el lugar. Si él supiera que en el jardín botánico de Ciudad Universitaria de Madrid hay otro igual, construido por un tal Jacinto y Manolo, en ladrillo visto, hace 5 años, y con igual resultado…pero tampoco era cuestión de amargarle la mañana al amable guía. Me puse en el centro, dije las estupideces pertinentes, y uhhhaaaaa, increíble!
En los alrededores, San Pablo tuvo un encuentro con San Pedro.
Y unas inflorescencias me recordaron que todo lo bueno se acaba, y este viaje también se estaba acercando a su fin.
A la noche otro bus nocturno para Lima, desde donde al día siguiente, tras compra nuevamente de tabaco de liar y paseíto, nos metemos en otro bus para Arequipa. Este sería el primer viaje que haríamos solos Rubén y yo, exceptuando el vuelo. Y después de que nos sirvieran la cena, y cuando parece que no sucederán más acontecimientos inesperados, nos anuncian que vamos a echar un bingo todo el autobús. Me parto. Resulta que además Rulo es fanático del bingo. El premio era un viaje de vuelta con fecha anterior a un mes, asi qué no nos servía, pero estabamos deseando ganar para poder gritar a los cuatro vientos: GRINGO!!!
Haciendo recuento, con esta sería la 7ª noche que dormíamos en un asiento de bus.
En Arequipa encontramos por primera vez zonas de arquitectura interesante. El centro está hecho con piedra volcánica blanca, y tiene callecitas y una plaza muy cucas.
Este es el patio de la Compañia de Jesús.
Los tambos son patios interiores que han sido reformados hace no mucho. En la reconstrucción ha participado la AECID-Perú, así que podemos considerar este como mi primer contacto con la organización.
Pudimos comprobar cómo gracias a la segunda conquista, empresas como el BBVA se han hecho con los edificios más importantes de la ciudad.
Y la plaza de armas. Esta es la catedral, la cual está reconstruida tras sufrir importantes daños tras el terremoto de Junio del 2001.
Y desde aquí, y después de un mes de trajín del rico, cada mochuelo a su olivo.